Es una larga historia...
Cierto día, me encontraba yo trabajando como camarero en un hotel, (sí ese solía ser mi trabajo) cuando de pronto, escuché mi estomago soltar un rugido alarmante. Me dí cuenta entonces que eran las 4h y todavía no había comido... Quedaba aún bastante por recoger, así que intenté darme prisa, pero en ese intento apercibí aquel plato que había sobrado del banquete, con su imponente chuleta. Yo pecador. Me venían a la mente aquellas palabras del maitre: "tira todo lo que ha sobrado" pero también las de mi abuelo "la comida no se tira". Así que, optando por obviar el dilema, avancé temeroso para darle un bocao a ese maravilloso festín... Fue entonces cuando, de repente, saliendo de detrás de la puerta más escondida, apareció quién no debía! "Ya te puedes ir a casa". Tales fueron sus palabras. Cabizbajo, me fui a coger el metro, pensando en como haría para pagar el piso el mes siguiente, ya que estábamos a día 10 y no tenía ganados más que unos 200 euros... Al abrir la puerta del polígono, me dí cuenta de que debía haber alguien en casa, pues la llave solo dió un giro. En efecto, allí estaba, Jorgito de mi alma! Desesperado, le conté la situación, y él, revolcándose de risa por el suelo, me sentenció: "er" chuletilla!

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